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 “Joven arrollado por el tren, pierde las piernas”, esta ha sido la noticia difundida en el noticiero del pueblo. La señora que reportó el accidente, comentó que el jóven no escuchó que venía el tren por que tenía los audífonos puestos, y lógico es pensar, que el volúmen era suficientemente fuerte para no percatarse del sonido tan peculiar que emite este bolido de acero.

Mas allá de la tragedía que resultó para el joven, misma que sentimos debido a todo lo que lleva consigo para la familia, debemos reflexionar el hecho desde varios puntos de vista, y usted será el que decida cual tiene mayor peso o cual tiene mayor relevancia social para los ciudadanos.  

Desde que el “Walkman” hizó su aparición a finales de los 70’s,  brindó  a los individuos [consumidores] la posibilidad de asilarse en su propio mundo bajo las notas músicales de su preferencia. Poseer uno de estos aparatos, nos  proporcionaba la sensación de ir caminando a la par de los nuevos tiempos, al lado del futuro. Y hoy,  lo sigue haciendo, nada más que ahora le llamamos Ipod o en el caso más popular, lo tenemos integrado al celular.

Escuchar música con el Ipod o con el celular, se ha vuelto un hábito [de consumo]  muy común. Llendo al trabajo, caminando en la calle, mientras corremos, a la hora de la comida, en una conferencia aburrida…en fin. De igual manera, el número de personas que lo hacen [siento], va en aumento, y me doy cuenta de ello cuando en un autobus de 30 pasajeros, al menos, seis personas llevan audífonos.

Percatarme del incremento  de personas que usan  audífonos, en primer lugar me habla de una tendencia social, que de manera académica [digo yo] nos habla del asilamiento que desean los individuos  aún estando en un lugar público o de manera sencilla, para los que viajamos en autobus, simplemente nos molesta las rolas del chofer.  Sin duda, puede ser motivo de estudio, pero lo más relevante, a mi parecer, no es este hecho lo que nos debe preocupar, sino el problema de salud que podemos tener como sociedad.

Lo anterior lo digo por que cuando utilizamos aúdífonos, perdemos la noción de que tan fuerte estamos escuchando la música. Me ha ocurrido algunas veces, que la persona que viene a mi lado en un transporte público escucha su Ipod tan alto que hasta dos asientos más adelante la pueden oir. ¡Imáginense!, que tan alto está el volúmen para que los demás puedan disfrutar de su música también.

En mi caso particular, he de decir que durante tres años utilice  audífonos para escuchar  noticias en mi radio portátil, en promedio, cuatro horas diarias, y llegó el punto en que el volúmen  no me era suficiente. Este hecho, aunado a que a veces no escuchaba con claridad cuando me hablaban, fueron los focos rojos, pero bien rojos,  que me dijeron que algo andaba mal. Deje de utilizarlos.

Ahora bien, multipliquen mi caso por los cientos o miles de poblanos [consumdiores] que vienen haciendo uso de audífonos para sus aparatos reproductores, sin darse cuenta todavía de esta situación o que a lo mejor ya saben, pero que les vale un sorbete.

¿Qué piensan acerca del jóven que perdió las piernas esta mañana, por estar escuchando  su música con los audífonos? ¿Falta de cuidado?. Esta tragedia sin duda también plantea que el uso de audífonos al caminar, en bicicleta o automovil, es un distractor que nos afecta directamente.  

Por todo lo expuesto, creo que no es cuestión menor, pues lo que nos hace falta en México, es  CULTURA DE LA PREVENCIÓN en todos los sentidos y en todos los ámbitos. Algunos diran que  tal vez ando exagerando al visualizar un escenario social,  hipotético y extremo, como los vertidos por José Saramago  en algunos de sus libros [que he de confesar, me gustan]; sin embargo, creo firmemente que  poner este tema sobre el escenario es un paso en la PREVENCIÓN de un posible [no imposible, ni lejano] problema de salud.

Por otro lado, hay problemas más graves en la sociedad que requieren atención, de ello no tengo la menor duda, sin embargo, el hacer uso del transporte público diariamente, escuchar rock o salsa del pasajero de lado, caminar por las calles y darme cuenta que muchos andan en su mundo mágico cómico musical o que  la tecnología da pasos gigantes para ofrecernos los más ultraligeros aparatos reproductores, me hace pensar que no estamos alejados del futuro.

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